lunes, 30 de octubre de 2017

GITANOS EN CARTAGO



La llegada de las caravanas de gitanos fue siempre motivo de alegre atracción, especialmente de los niños que aprovechaban furtiva ´´escapada´´ de sus hogares o escuelas para ir al ´´campamento´´ a admirar de cerca los vestidos estrafalarios de las mujeres olorosas a aceite y a resinas acre, de largas trenzas rematadas con vistosos lazos de cinta de variados y subidos colores, zapatillas de tacón alto, faldones largos de variadas telas, blusas livianas, sin mangas y amplios escotes adornados con encajes con las cuales las más viejas cubrían los senos flácidos y las jóvenes los esquivos capullos en flor.

Rostros de color cetrino, nariz aguileña y ojos de interrogante expresión, que hacían más profundas las fuertes líneas de exóticas pinturas; largas manos que ocultaban sigilosamente los naipes tramposos y la voz ronca y cadenciosa que iba mostrando al sortilegio de las evocaciones rituales, las predicciones de los astros, el trajín del tiempo, las variadas estaciones y el canto o graznido de las aves agoreras, en equivoca señal de desventura, ante la muda expectativa del interlocutor ávido de conocer su ´´ suerte´´ a cambio de unas monedas de plata.
Foto Gabriel Carvajal Perez


Los hombres usaban sombreros alones, pantalón corto ceñido al delgado y ágil cuerpo con ancha correa de cuero o faja hecha de fina tela. Ellos se adornaban con cadenas de oro, y las mujeres con collares de varias vueltas y candongas finas, surtidas de insinuantes piedras preciosas.

Los jóvenes iban también al campamento de los aventureros, porque los sortilegios de las cartas servían muchas veces para ensayar amores con las gitanas mozas, de contorneados movimientos y picaresca sonrisa, entre las cuales se mezclaban las sandungas de origen francés o español, con las aventureras huidas de los lares familiares para buscar emociones y vida nueva bajo las carpas, en la azarosa compañía del celoso gitano.
Foto Gabriel Carvajal Perez


Con el indispensable permiso del severo alcalde, los gitanos levantaban sus viejas carpas en las afueras de la ciudad, ´´en la Raya´´, en las estribaciones de la Loma de ´´El Palatino´´ o cerca a la quebrada de ´´Ortez´´ cuyas aguas cristalinas traían en su corriente la medicina aun para enfermedades rebeldes.
Y de allí veían al centro de la ciudad, conduciendo osos de crispado pelo, que bailaban ante la admiración del pueblo y el alegre bullicio de la chiquillería, al son de monocordes de la pandereta y flautas de evocadoras notas.

Años después dejo de ser atractiva la llegada de los gitanos, porque ellos reemplazaron las carpas, el oso bailarín y el mico travieso, que antes constituyeron fuente de alegría y sano esparcimiento, por el hotel, el automóvil y los licores finos perdidos en tabernas brillantes.
El gitano de luenga barba, malicioso comerciante, quedo atrás del galán y de la moza coqueta cuyos ojos vivaces eran permanente invitación al pecado.

Fuentes: Remembranzas de Cartago, Cesar Martinez Delgado. 1985
Fotografias: Mario Garcia Benitez y Gabriel Carvajal Perez

lunes, 23 de octubre de 2017

CUANDO CALDAS CONQUISTO A CARTAGO

Foto cortesía, Diana Maria Duque V.
Breve historia del Puente del Ferrocarril de Caldas y la interconexión con el Ferrocarril del Pacífico en Cartago:


´´Cartago, la ciudad más norteña del departamento del Valle, siempre había estado en los planes del Ferrocarril de Caldas. Primero porque se pensó que fuera el extremo sur del mismo, lo que era irrealizable porque el Cauca, el de la navegación fluvial, quedaba diez kilómetros abajo. Enseguida porque se propuso empezarlo en La Fresneda, puerto cartagüeño sobre el Cauca, para seguir a Cartago y a Pereira, pero el convenio con la nación no permitía traspasar los límites departamentales. Luego, porque los rieles, con la ruta corregida, pasaban al frente, por la otra banda del río La Vieja, y debía establecerse una conexión férrea con la ciudad, para interconectarse con el Ferrocarril del Pacífico que venía avanzando, aunque muy lento, desde Cali hasta el norte del departamento. 
Y últimamente porque el naciente tren caldense había establecido una barca cautiva en La Vieja, para que el comercio cartagüeño pasara a buscar el tren al otro lado, sin pagar el pontazgo municipal del único puente existente sobre el río.
Barca Cautiva a la altura de Cartago.

Por eso, como Caldas en su convenio con el Gobierno nacional debía construir la interconexión y el puente sobre La Vieja, resultó que el ferrocarril caldense llegó primero a Cartago, que el valluno del Pacífico.

Durante los días 16, 17, 18, 19 y 20 de abril de 1922, se celebró la fiesta de la llegada del Ferrocarril de Caldas a Cartago. Hidroavión (con sendas jóvenes de sociedad sentadas las alas, una caldense y otra valluna, representando la unidad interdepartamental) y pequeño barco en desfile por el río La Vieja; entrada triunfal de la locomotora caldense por el gran puente sobre el río; banquetes y discursos; toros, alboradas y desfiles; tren triunfal, lleno de cartagüeños hasta Pereira, para otro banquete; todo presidido por el Gobernador de Caldas, el Obispo de Cali y todas las autoridades regionales. 
Ferrocarril de Caldas, entrando a Cartago.

Y hasta la municipalidad de Cartago había cedido un terreno para que el ferrocarril caldense construyera su estación, al lado de la futura estación del Ferrocarril del Pacífico. 
Estación del Ferrocarril de Caldas, en Cartago, 1922

Caldas había llegado primero a Cartago, ante la incomodidad valluna, y desde los días siguientes hubo rutas de carga y pasajeros desde Cartago hasta Puerto Caldas y hasta Pereira. 
Dos años después, cuando el Ferrocarril del Pacifico llego hasta Cartago, quedo 
interconectada con la línea de Caldas, el 22 de julio de 1924``

Fuente: Ricardo de los Ríos Tobón. Maestría en Historia de la Universidad Tecnológica de Pereira- UTP

Fotos Antiguas de Cartago, Colombia. Pagina en Facebook.

LA LEYENDA DE LA MOMIA EN LA CASA DEL VIRREY

Esta es una de las leyendas más sonadas de la ciudad, popularmente conocida con el nombre de ´´ La Momia de la Casa del Virrey´´. Se trataba de la hija menor del Alférez Real, don Sebastián de Marisancena; Margarita Luisa De La Cruz, quien estando casada con Manuel José Feijoo, habitaba en el segundo piso de la casa, y es donde ella muere en el año 1875 ; Fue entonces sepultada en el campo santo de la ciudad, que para entonces estaba ubicado por el sector que ahora ocupa el colegio Académico.


Cuenta la memoria oral, que un terremoto a principios del silo XX, la desenterró y para sorpresa de todos, el cadáver permanecía intacto. Sus familiares la trasladaron a la casa y la mantuvieron insepulta en un féretro, vestida a la usanza de la época, en una de las alcobas del piso superior de la Casa del Virrey, hasta la década de 1940, en que el padre Hernando Botero O'Byrne, le dio sepultura eclesiástica en un sitio que nadie conoció y cuyo secreto se llevó el, a la tumba. 




Se dice que su alma aún sigue vagando por los espacios de la Casa Museo, según contaba en el año 2012, el vigilante de nombre, Horacio, quien aseguraba que se siente su presencia, porque del cuarto donde ella permaneció insepulta por tantos años, proviene ruidos de alguien que camina y también se escucha tocar las teclas de un piano.







Fuente: Centro de Historia de Cartago. Diario El País. Libro, Leyendas Populares Colombianas
La imagen publicada es una alegoría de la narración, No corresponde a la realidad

"PORQUE DIOS LO MANDA, TE PERDONO, PERO NO OLVIDO"

El Alférez Real don Sebastian de Marisancena (primer propietario de la Casa Marisancena o Casa del Virrey) se casó el 18 de agosto de 1783, con doña María Josefa Sanz de San Juan y Vicuña, dama de preclaro abolengo. Pero la felicidad no reino muchos años en la aristocrática mansión, dotada del severo lujo palaciego, en donde los pebeteros de plata encendidos por los esclavos negros, mezclaban su sahumerio al aroma de los azahares del patio. Cuenta la tradición oral que cuando nació su última hija, Margarita Luisa de la Cruz, llegaron a Cartago tres nobles españoles, uno de ellos Oidor de la Real Audiencia. La señora de Marisancena hizo los debidos cumplimientos a los ilustres visitantes, pero tuvo el descuido de No ataviarse con sus mejores joyas como lo había ordenado don Sebastián.


Cuando la visita abandono la casa, el Alférez Real ultrajó duramente de palabra a su esposa, quien llena de indignación abandono el hogar para refugiarse en la casa de sus padres, sin llegar nunca a una reconciliación, a pesar de las intervenciones de las familias, del clero y de las autoridades civiles. Doña María Josefa era altiva y jamás volvió a entenderse con su marido, a quien odio hasta su muerte.
La enfermedad llevo a don Sebastián al lecho de muerte y a instancias del sacerdote que le administro los sacramentos, doña María Josefa convino en presentarse a su marido para manifestarle que le perdonaba el ultraje; pero fue esta una simple manifestación de obediencia a las prescripciones religiosas, pues la altiva matrona entro en la alcoba del moribundo caminando de espaldas para no mirarlo, se detuvo ante el lecho y pronuncio estas palabras: "Porque Dios lo manda, te perdono, pero no olvido" y se retiró al punto, dejando comprender a los circunstantes, la recóndita aversión que había cobrado a su esposo.

Fuente: Cartago y Santa Ana de los Caballeros, de Jorje Peña Duran.
La imagen es una alegoría de la narración, No corresponde a la realidad.

EL CARTAGAZO

RECUERDOS Y CONSECUENCIAS.

La ciudad está conmemorando en este mes de octubre, 34 años del infausto y doloroso episodio de lo que se conoció como: ´´El Cartagazo´´, Una versión fidedigna, relata que el 10 de octubre de 1983 la inconformidad por el alza desaforada de los servicios públicos, origino una manifestación de ciudadanos, que en principio pacifica, se fue tornando en asonada, hasta el punto de prender fuego al edificio donde funcionaban las oficinas de las Empresas Municipales, donde fue quemado el archivo del Concejo Municipal (ubicado en el segundo piso), que contenía documentos desde el siglo 16, entre ellos los archivos históricos sobre la traslación de Cartago en 1691.


El evento fue de tanta connotación nacional, que el entonces presidente Belisario Betancur, se dirigió esa misma noche a los colombianos por televisión y declaro la congelación de las tarifas de servicios públicos en Cartago.
Pero a pesar de la inmensa tragedia material, en lo referente a la destrucción de las instalaciones del edificio de la Empresa Municipales y el Concejo Municipal, pocas personas han cuantificado el daño que se le hizo a la historia de Cartago, al ser destruidos y quemados muy importantes archivos, libros y demás documentos que avalaban nuestro brillante pasado.


 Ya en una fecha anterior, también habían sido destruidos valiosos documentos que contenían información histórica de la antigua ciudad, según reseña en 1963, el historiador Juan Freyde, en su libro, Historia de la Antigua Ciudad de Cartago.
Textualmente dice: ´´En el año 1960 viaje a Cartago para investigar los fondos del archivo municipal y buscar datos para reconstruir la historia de Cartago antigua. Recibí una desalentadora noticia, que, en el año 1949, con el fin de ampliar las oficinas del Concejo Municipal, un alto empleado del municipio, ordenó el desalojo de un cuarto que estaba repleto de viejos papeles, sin valor, porque no se podía leer y la habitación apestaba´´.  Fue así que desaparecieron los documentos de la historia de la Región Quimbaya en su centenaria ciudad fundada hace 477 años por el Mariscal Jorge Robledo


Para tener una idea clara del sacrilegio que se cometió en 1949, damos a conocer el inventario de documentos que conservaba el archivo municipal de Cartago, elaborado por el capitán Joseph de Mendoza y Bueno, alcalde ordinario en el año 1725. Es decir, treinta y cuatro años después del traslado de nuestra ciudad en 1691.
El archivo consta de:  


 1    cuaderno de la Fundación y Limites de Cartago
 30   legajos de cedulas provisionales reales
 22   legajos de registros de escrituras
 15   libros de actas del Cabildo Municipal
 111 cuadernos de causas civiles
  28 cuadernos de causas criminales
  85   cuadernos de inventarios y testamentos
  1     Libro de la Caja Real
  1     legajo de papeles varios.


Del total de este enorme documental, solo queda actualmente 2 libros que contienen las actas del Cabildo Municipal, desde los años 1639 a 1738.
Pero la historia es un testigo mudo que guarda y atesora sucesos a veces muy dolorosos, ya que, si en 1949 se atentó abruptamente contra nuestro archivo histórico, también en 1983 se repite el suceso, cuando un puñado de vándalos inmersos en una protesta pacífica, quemaron sin piedad los archivos testimoniales de nuestra historia.

Por eso es tan importante que nuestra ciudad cuente en su haber con el Archivo Histórico que atesora con fidelidad, todo lo referente a documentación gráfica y fotográfica de nuestra historia.

Fuentes: Periódico ´´Norte Hoy´´, publicación del 21 de octubre de 2017
Fotos Antiguas de Cartago, Colombia. Página en Facebook.
Luis Carlos Franco Gil, miembro del Centro de Historia de Cartago